Carolina Gómez Aguiñaga
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Puerto Vallarta, Jalisco
“Te voy a coger” fue lo que Claudia “N” escuchó cuando se despertó a mitad de la noche en su recámara y sintió a un sujeto sobre su cuerpo el pasado 31 de enero. Esta historia es la que tratarán de desmenuzar los jueces que desde ayer lunes dieron inicio al primer juicio oral en Puerto Vallarta, mismo que durará varios días y continuará consecutivamente hoy martes.
Un total de 56 personas se dieron cita para presenciar el primer juicio oral en la ciudad, luego de 20 meses de la inauguración del Juzgado. Los delitos a perseguir tentativa de violación y robo calificado de la carpeta de investigación 429/2016. El acusado es apenas un joven entre los 18 y 21 años de edad de tez blanca, David “N”. La Fiscalía Regional pide que la sentencia sea de 18 años tras las rejas y 104 mil 111 pesos de reparación del daño.
El tribunal está conformado por tres jueces: Jaime Benjamín de la Torre, Miguel García Hernández y Joaquín Torres Ángel quien preside la audiencia.
Cuatro días antes del juicio, el acusado nombra abogados particulares para llevar su defensa, Felipe de Jesús Santos y Adrián Santos Ramírez. Pedían aplazar el juicio tres días para empaparse del expediente, lo que fue cuestionado por la Fiscal Gisela Gutiérrez Aspeitia, y que finalmente el tribunal decidió que el proceso continuaría.
14 testigos, incluida la víctima son los que van a narrar su participación dentro de los hechos y la investigación. Ellos no pueden estar dentro de la sala donde se desarrolla el juicio, sino en un salón aledaño donde no pueden ver ni escuchar la audiencia y ni siquiera pueden hablar entre ellos. El juez les advierte que deben decir la verdad, de lo contrario se enfrentarían a una pena entre 1 y 5 años de prisión.
La asesora legal de la víctima, Alma Verónica Rango Zavalza, pide que se tome en cuenta la perspectiva de género, al ser un delito cometido contra una persona por su condición de mujer.
La primera testigo es la víctima, Claudia “N”, quien empieza a narrar lo que sucedió la madrugada del domingo 31 de enero.
“Me encontraba dormida en mi habitación alrededor de la 1:50 am en la casa que habitaba desde hace 7 años. Vivía sola, en una casa pequeña de interés social. Me dormí a las 11 de la noche. Sentí la presencia de alguien, cuando abro mis ojos tenía una persona encima de mi con una rodilla a cada lado, totalmente desnudez. Tenía cubierto el rostro con una tela o camisa pero podía ver sus ojos. Se dejó ir sobre mi, yo estiro mi mano para agarrar mi celular para pedir auxilio pero no estaba. Empieza a querer quitarme mi ropa interior, me ocasiona lesiones en la pelvis, yo solo vestía un bóxer y camisa sin sostén”.
Continúa su relato: “Esta persona tenía un tono de voz intimidante, me empieza a decir – te voy a coger – le dije”- no me vas a hacer nada desgraciado -. Con mi mano izquierda le encajó mis uñas como a la altura de su cuello y me sigue diciendo – te voy a coger hija de tu perra madre, te he visto, eres una creída. Empiezo a gritar para pedir auxilio -¡me quiere violar! – Me cubre mi boca y nariz y aprieta mi tráquea para que no pidiera auxilio, me dice – nadie te va a escuchar -. Me empieza a golpear con el puño cerrado, me ocasiona un derrame en mi ojo, se pega a mi cuerpo, me deja marcadas sus manos. Resbalo de la cama de cabeza y él cae al suelo conmigo. Me intenta quitar la ropa, me repetía que me iba a violar. No sé cómo logró zafarme y ahí se le cae lo que le tapaba su rostro y supe que lo conocía”.
Con voz quebrada, Claudia “N” dijo que después de reconocerlo corrió hacia su patio y gritó para pedir auxilio a su vecina de nombre Delia. Ahí el acusado se le vuelve a ir encima y cae arriba de un macetero de barro grande, “yo cuidaba quedar siempre frente a él. Pensaba que si lo perdía de vista iba a ser peor”.
Nadie salía en su auxilio, “yo ya estaba muy lastimada físicamente”. En ese momento, en el patio, con ella tirada y el imputado encima, de pronto el acusado se levanta y se dirige hacia la tarja de los trastes, “busca entre mis trastes, qué busca, pensé que buscaba un cuchillo. No sé de dónde saco fuerzas, me levanto, quedó frente a David “N”, lo veo a la cara, totalmente descubierto, agarra un vaso y me lo intenta poner en mi cara”.
El acusado la golpea con el vaso, pero de pronto Claudia “N” ve el vaso de vidrio de la licuadora. Lo agarra y con la mano derecha se lo estrella en la cabeza, “él se destantéa, sigo gritando y el huye y se da a la fuga. Se para en la puerta de mi casa y se pone el pantalón. Le aviento otro vaso que le da en la espalda y se va corriendo a mano derecha, a su domicilio, es mi vecino”.
A pesar de los gritos de la víctima, todavía no había señales de ayuda hasta después que se encierra en su casa y atraca la puerta con llave y un sillón, es cuando escucha a su vecina y después otros más.
En general Claudia “N” terminó muy golpeada, con lesiones de sometimiento, derrame en su ojo derecho, el golpe de un vaso de vidrio en la cara, otro más en la sien, esguince de cuello, moretones en todo su cuerpo, desprendimiento completo de dos uñas, fractura de nariz con tabique desviado, lo que le sigue ocasionando problemas respiratorios pues necesita una cirugía nasal.
La fiscal le pidió que identificarse en la sala del Juzgado a su agresor y con su dedo señaló directamente a David “N”, “él es David, él es mi agresor”.
La Fiscalía termina la entrevista a la víctima y es momento de iniciar el contrainterrogatorio. Pero el abogado defensor tras varios intentos fallidos de realizar cuestionamientos a Claudia “N”, ya que fueron objetados por la fiscal, no logra obtener información.
En varias ocasiones el juez le pregunta al abogado Felipe de Jesús Santos si está capacitado para llevar a cabo el contrainterrogatorio, pero después de asegurarlo al menos tres veces, el tribunal resuelve advertirlo por su incapacidad técnica y nombra a los defensores de oficio Bruno Gilberto Peña y Blanca Estela Mendoza Rentería para sustituirlo, pues el acusado no puede quedar en estado de indefensión.
Pero David “N” no quiere a los defensores de oficio, quiere a un abogado particular. No obstante, el juez Joaquín Torres le recalca una y otra vez que aunque el tribunal tiene obligación de apoyarlo para encontrar un abogado, el proceso no se puede detener.
Hoy todavía continúa el primer juicio oral en Puerto Vallarta.