EFE.-Los padres de los 43 estudiantes desaparecidos en septiembre protestaron hoy frente al 27 Batallón de Infantería, ubicado en la ciudad mexicana de Iguala, estado sureño de Guerrero, para exigir a los militares que les entreguen a sus hijos.
Unos 30 padres de familia acompañados por decenas de alumnos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, a la que pertenecían los jóvenes desaparecidos, llegaron a la instalación militar con carteles con las fotos de sus hijos.
Los manifestantes reprochan a los soldados que la noche del 26 de septiembre pasado no ayudaran a los estudiantes a pesar de que el batallón se encuentra a escasos dos kilómetros de donde se produjeron los hechos.
Según la investigación oficial, policías municipales dispararon contra decenas de estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, dedicada a la formación de maestros, por órdenes del entonces alcalde de Iguala, José Luis Abarca, actualmente preso.
Esa noche fallecieron seis personas, incluidos tres alumnos de la Normal, y 43 estudiantes fueron detenidos por policías y entregados al cártel Guerreros Unidos, que se encargó de asesinarlos e incinerarlos en un basurero del municipio de Cocula, vecino a Iguala.
Los familiares no creen en esta versión, basada en el testimonio de tres miembros detenidos de Guerreros Unidos, y exigen a la fiscalía que investigue la actuación de militares y policías federales la noche de los ataques.
“Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, “Cuando el pueblo se levante por pan, libertad y tierra, temblarán los poderosos de la costa hasta la sierra”, eran algunas de las consignas que gritaban los manifestantes.
Un alambre de púas enrollado impedía al grupo ingresar a la instalación militar, en cuyo interior algunos soldados tomaban fotografías de la protesta.
Los padres de los 43 estudiantes desaparecidos protestaron el miércoles en el municipio de Ayutla para exigir la salida del Ejército del estado de Guerrero por considerar que su presencia no es garantía de seguridad para la región.
Uno de los padres comentó a Efe que están enojados con el Estado, y sobre todo con el Ejército, porque tuvo “dos horas para poder salvar a los jóvenes”