AP.- México reformó su industria nacional petrolera y superó así 75 años de orgullo patriótico para permitir la inversión privada y extranjera. Pero en momentos en que se prepara para explotar yacimientos de gas en la costa del Golfo de México hay otro reto en el camino: controlar a los violentos carteles de la droga que roban miles de millones de dólares en petróleo de los oleoductos.
Cifras publicadas la semana pasada por Petróleos Mexicanos (Pemex) muestran que los carteles son cada vez más eficientes y sofisticados. En lo que va de este año, ladrones en todo México han perforado 2.481 tomas ilegales en oleoductos de la petrolera estatal, un tercio más que en el mismo período de 2013.
Pemex calcula que ha perdido unos 7,5 millones de barriles por un valor de 1.150 millones de dólares.
El director de Pemex, Emilio Lozoya, calificó la tendencia de “preocupante”.
Más de una quinta parte de las extracciones ilegales se perforaron en Tamaulipas, estado vecino de Texas y que es clave para los proyectos futuros del sector en México. La zona tiene los mayores yacimientos de gas de esquisto, que se extrae rompiendo capas de rocas, un procedimiento conocido como “fracking”.
Se cree que México tiene la sexta reserva mundial de gas de esquisto, lo que equivale a 60.000 millones de barriles de crudo. Eso es más de dos veces la cantidad de petróleo que el país ha producido utilizando los medios convencionales en los últimos cien años.
La reforma energética aprobada en diciembre de 2013 hizo menos estrictas las políticas proteccionistas mexicanas, lo que abrió el camino para que Pemex busque inversionistas y compañías extranjeras expertas en la explotación de ese tesoro. El país espera atraer entre 10.000 millones y 15.000 millones de dólares en inversiones privadas cada año.
Pero el atractivo de esa perspectiva depende de poder controlar la situación de orden público en Tamaulipas.
“La reforma energética no es viable si no logramos tener éxito en lo que yo creo que estamos teniendo éxito, que es ir resolviendo el problema de la impunidad y de la inseguridad en zonas de México”, dijo el senador David Penchyna, presidente de la Comisión de Energía del Senado. “Pongo el reto más alto que tengo y no tengo ningún empacho en decirlo, que tenemos como mexicanos: Tamaulipas. Ahí hay un reto fundamental”.
Dos carteles rivales, los Zetas y el cartel del Golfo, han usado a Tamaulipas desde hace mucho tiempo para transportar drogas y migrantes a Estados Unidos, y en años recientes han diversificado su portafolio delictivo con el robo de gas, petróleo crudo y combustible, que venden a refinerías en Texas o a gasolineras al otro lado de la frontera.
Dos veces al día, al menos, los carteles perforan algunas de las cientos de tuberías que cruzan al estado. Los hombres cavan rápidamente hasta un par de metros de profundidad para dejar la tubería al descubierto, perforarla y extraer crudo o combustible para transferirlo a un camión cisterna robado, dijo el coronel del ejército Juan Carlos Guzmán, cuyos soldados han hecho redadas en varios lugares donde han hecho las tomas ilegales.
En una carretera sin pavimentar lleva a un lugar en las afueras de Ciudad Victoria, a 290 kilómetros (180 millas) al suroeste de McAllen, Texas, los ladrones cavaron un hueco e insertaron en la tubería un dispositivo parecido a una enorme aguja.
Cuando los soldados llegaron los ladrones habían huido y sólo pudieron arrestar al conductor del camión cisterna, que había sido cargado a medias con gasolina.
El conocimiento necesario para perforar las tuberías presurizadas lleva a las autoridades a sospechar que los cárteles han penetrado Pemex o han conseguido la asistencia de empleados de la compañía.
“Es imposible que se haga sin colaboración, sin información de los tiempos y los niveles de flujo; para esto tienen que tener información”, dijo Marco Antonio Bernal, legislador federal de Tamaulipas, quien está redactando un proyecto de ley para hacer más duras las penalizaciones por robar de las tuberías de Pemex.
Las sospechas quedaron reforzadas hace unos días cuando investigadores detuvieron a un líder del cartel del Golfo, a quien le hallaron una identificación falsa de Pemex con su foto y un nombre falso.
Pemex ha instalado válvulas automáticas para controlar las tuberías desde una sala remota en Ciudad de México. Tal control le permitiría no sólo contener las fugas causadas por las tuberías perforadas sino también evitar enviar empleados a zonas despobladas y peligrosas para cerrar manualmente las válvulas.
Pero con miles de kilómetros de tuberías en zonas remotas de Tamaulipas, detener el robo resulta difícil. México ha tomado medidas contra los carteles, ha puesto a los líderes militares a cargo de la seguridad del estado y ha enviado soldados, marinos y policías federales a patrullar las principales ciudades del estado.
Los arrestos y la violencia han llevado a la muerte o arresto de tantos líderes de los Zetas que los pandilleros se dedican a ahora a acechar a los inmigrantes entre los arbustos para luego reclutar forzosamente a los migrantes centroamericanos a sus filas. Cambian constantemente de lugar para evitar que los detecten.
“No tienen estructuras. Duermen bajo los árboles, a la orilla de los ríos para tener agua”, dijo el general Mario López Miguez, quien comanda casi 600 soldados en una base en Ciudad Mier, que en otra época estuvo controlada por los Zetas.
El cartel del Golfo sigue controlando la mayor ciudad de Tamaulipas, Reynosa, ubicada al otro lado de McAllen, aunque los militares han aumentado los patrullajes, lo que hace sentir a los vecinos un poco más seguros.
“Ha mejorado mucho la situación, ha mejorado”, dijo Nora González, administradora de una mueblería de segunda mano cerca del centro de Reynosa.
Pero la ciudad sigue siendo un lugar peligroso.
A un reportero que hacía preguntas a los vecinos sobre la situación de la delincuencia se le acercó rápidamente un joven al volante de un vehículo maltrecho sin placas.
“¡Identifíquese! ¿De dónde es? ¿Qué hace aquí?”, dijo el joven, usando un lenguaje similar al de los llamados halcones, que son quienes vigilan las calles a nombre de los carteles.
“¿Cuánto dinero traes? ¡Oríllate!”, le exigió al reportero, que optó por marcharse del lugar.