Opinión por Edel García
Pantomima es el arte de decir con los gestos pero sin palabras, donde uno debe imaginarse lo que está transmitiendo la persona que interpreta. Cuando conviene en el Ayuntamiento hacer acápite de esos recursos pues se hace también como ayer en la sesión exclusiva que se dio para la prensa. Lo más interesante fue la cara de póker de todos y el ambiente de “no pasa nada, somos amigos”
Querían que se hiciera eco de la nueva “postura” conciliatoria entre el Presidente Municipal Ramón Guerrero y el Síndico Roberto Ascencio. Está claro que del Director Jurídico Salvador López no se habló y aunque llegó, ni lo pelaron porque uno es susceptible de ser destituido y el Síndico no. Uno es el chivo expiatorio y el otro, el chivo con el que hay que cargar.
Al parecer vino en rescate el líder de Alianza Ciudadana Enrique Alfaro la semana pasada y calmó las aguas turbias de acusaciones por corrupción que se habían dado. Ya amenazaba con una ruptura significativa en un gobierno de Movimiento Ciudadano que apenas tiene un año y algo más. Sería una pena remar para ahogarse con flotadores puestos.
Hizo lo que pudo Alfaro, a pesar de que justificó la “política de ajustes” a la corrupción del alcalde. Aunque no queda muy claro bajo qué infracciones fueron despedidas ciertas personas. El hecho es que las aguas tomaron su nivel pintado porque su nivel real no lo tienen desde hace tiempo. Lo de ayer fue un recordatorio de que por una buena “platicada”, Vallarta es el ¿deber?
Eso no son chismes de gobierno como alegaba Enrique Alfaro, eran hechos que los mismos protagonistas no negaron en la reunión. Pero como aquí hoy es y mañana no pues ya es vuelta de hoja, jamás hubo pleitos ni acusaciones serias por ninguna de las partes. Todo el mundo se quiere, hay unidad y como se dijo en una entrevista: “Puerto Vallarta es más que un apetito personal”.
Mientras haya frutos, todos tendrán bocas dice un dicho. El trabajo de equipo de este gobierno funge como que va por el mismo carril, pero como las cosas se hagan diferente pues el cántaro se romperá como la semana pasada. Ya no existe el mismo crédito de confianza del principio porque los colores se definen bajo la marcha.
Nuevamente la culpa la tiene la oposición por magnificar los hechos. Los malos son los sentimientos particulares y olvidarse del compromiso por Vallarta. Pero eso ya es agua pasada, no fue una faramalla y se seguirán con las investigaciones. Para orador mejor otros, porque a los políticos de hoy se les olvida que el pueblo también piensa.
Me quedo con la frase de la regidora Susana Mendoza Carreño a la que nadie quería hacerle una pregunta ayer: “Hace falta que agoten el debate, las personas en la calle preguntan qué sucede. Hay mucho trabajo en Puerto Vallarta…”