Opinión por Hugo Lynn Almada
En días pasados, cuando el Congreso del Estado se vio en la necesidad de aprobar un crédito para pagar las tropelías de los organizadores de los Juegos Panamericanos, el ex candidato del MC a la gubernatura, Enrique Alfaro, aseguró que con el hecho “unos cínicos salían y otros entraban”.
Luego uno no entiende muy bien el lenguaje de los políticos, porque, mientras Alfaro se desgarra las vestiduras, el municipio que dejó de gobernar hace apenas unos pocos meses, se encuentra entre los más endeudados del País superando la deuda que tiene Puerto Vallarta.
No solo eso, en el año 2008, mientras era diputado local, autorizó como miembro de la bancada del PRI en el Congreso del Estado una deuda cercana a los 6 mil 400 millones de pesos.
Tlajomulco de Zúñiga, municipio que gobernó hasta el año 2012, tiene al día de hoy una deuda del orden de los 550 millones de pesos, es el municipio número 14 entre los 15 más endeudados del País; la mayor parte de esa deuda originada durante su administración.
Lo mismo pasa en el caso de Puerto Vallarta; oficialmente hasta el día de hoy la deuda es de unos 470 millones de pesos, 100 de los cuales corresponden a la deuda que aprobó la mayoría de los regidores del Movimiento Ciudadano.
Este tema es sin duda uno de los más relevantes de los últimos meses. Los ciudadanos interpretan que la adquisición de deuda necesariamente es un mal, cuando en realidad contratar deuda es una opción para el desarrollo. El problema es cuando los empréstitos contratados no trabajan adecuadamente, cuando no se notan en obras o servicios.
En el caso de los gobiernos los adeudos están generalmente agarrados de las participaciones que el Estado y la Federación hacen llegar, es decir, los recursos que nos son suministrados son puestos en prenda para garantizar el pago, por lo que, cuando se sobrepasa el nivel de endeudamiento estos recursos corren el riesgo de ser embargados.
Cuando se es gobierno, nadie puede decir que no se va a endedudar, pues, en mayor o menor medida todos acuden a la deuda para salir adelante. Por eso más vale en estos casos cuidar las declaraciones. Enrique Alfaro no está lejos de ser gobernador de Jalisco en el futuro, y será muy difícil que durante su eventual administración trate de hacer las cosas sin endeudarse. Ya le digo, así lo demostró en el pasado reciente cuando, siendo diputado local del PRI aprobó deudas por 6 mil 400 millones de pesos, y entonces no tenía un espejo para llamarse así mismo cínico.
Por eso ahora no puede llamar cínicos a quienes aprobaron el crédito. Porque ni su legado en Tlajomulco, ni la actuación de su partido en Vallarta son ejemplos para presumirse.