Por Hugo Lynn Almada
No les gusta la discusión, prefieren la imposición. Y es que lograr consensos requiere de entendimiento, de manejo inteligente, de capacidad de dialogo. Por eso Ramón Guerrero quiso engañar a los regidores, a los medios de comunicación y por ende a los ciudadanos acerca de la propuesta que hizo para aumentarnos los impuestos y las multas, porque no hay manera de negociar, porque su nivel de enfrentamiento es tal que no avanza en propuestas de beneficio común.
Pero Ramón Guerrero es un encantador de serpiente. Es tan encantador como Mickey Mouse, al grado que logra hacer que se nos olvide que no es más que una rata con pantaloncillos.
Dice Guerrero que la mayor carga impositiva va sobre “los giros negros”. No discrimina ni hace diferencias entre lo que sí es un giro negro y qué no lo es. No puede Ramón Guerrero tasar con el mismo rasero a un burdel que a un restaurante bar. No es lo mismo el Eros que el Trío; no es lo mismo el antro de la zona roja que La Palapa.
A final de cuentas, le guste o no (que sí le gusta porque le encantaba hasta hace muy poco) los antros, restaurantes-bares, discos, casinos y demás centros de diversión con venta de alcohol están ahí generando empleos, diversificando la oferta turística y soportando la economía local. Y es ahí donde le pega al destino y a la economía.
Ramón Guerrero parece que quiere llenarse las Mochilas de dinero producto de las multas que ahora nos pretende cobrar: él mismo ejemplificaba en una entrevista que, por ejemplo, ahora un ciudadano que obstruya una rampa para discapacitados deberá de pagar 8 mil pesos por su osadía. ¿Se imagina eso? Si de eso se trata yo le propongo que no cobre 8 mil pesos, que cobre un millón de pesos, y así le puede dar apoyos a una centena de personas con capacidades diferentes. Imagine Usted un chofer repartidor, que por descuido o por prisa cometa la infracción, va a terminar pagando una multa que vale lo que gana en dos meses de trabajo.
Pero multar no debe ser el quid del trabajo de la autoridad. Su trabajo no debe irse en imponer sanciones, pero al parecer Guerrero Martínez quiere sacarnos a tarascadas los billetes que le hacen falta para alimentar la nómina que no ha logrado reducir.
Los ciudadanos estamos hartos de castigos, hartos de incrementos, de pagar más por la gasolina, de tener que cubrir cada día nuevos costos y nuevas sanciones.
Debería de ser la administración de los recursos existentes, la depuración de las nóminas hinchadas, la priorización en el gasto lo que determinara el derrotero de la programación de ingresos. Hay que detener el crecimiento del monstruo, porque entre más le den de comer, más grande e incontrolable se va a poner.