¿Buen fin?

Por Hugo Lynn Almada

Tenemos un pueblo influenciable y facilote. Basta una gran campaña mediática en torno “a lo que sea” para que caiga en la trampa y se enganche con el nuevo plan de los dueños del País. Por supuesto me refiero al llamado “Buen Fin”, suceso mercadológico que en su segundo año de aplicación recaudó la friolera de 140 mil millones de pesos.

Pero ¿a quién le beneficia este recurso millonario? Los creadores del “Buen fin” dirán que le beneficia “a todos”, pero si nos sumergimos ligeramente en los mares de este invento comercial nos daremos cuenta que los beneficiados son los mismos ricachones de siempre.

Por supuesto los ganones son los consorcios televisivos y los grandes medios de comunicación, empezando por Emilio Azcárraga, mandamás de Televisa, que se convierte en la empresa que más factura por el “Buen fin”, a partir de la publicidad que le vende a decenas de grandes empresas comerciales.

De ahí le siguen tiendas como Walmart o los clubes de precios como Sams y Costco, todas ellas con grandes capitales extranjeros que dejan algo de sus ganancias convertidas en salarios de hambre que pagan a sus empleados. Por supuesto otras empresas como “La Comer” o Soriana (cruz cruz que se vaya el diablo y venga Jesús) también se aprovechan de los incautos consumidores.

Los bancos, por supuesto, son los que se comen todo el recurso del financiamiento. Con su política de meses sin intereses enganchan a los fans del consumo por, al menos, un año y medio a quienes achilillan con pagos chiquitos e interminables.

Al final el que menos gana es el consumidor que se la traga completita. Le quitan parte de su aguinaldo en el mejor de los casos, o parte de su salario durante muchos meses para que se lleve a casa una fabulosa pantalla, en la que por supuesto, seguirá viendo la tele comercial que, dentro de poco, le volverá a vender lo que se le pegue la gana.

No hay en el mentado “Buen fin” una intención de beneficiar al pueblo. No hay ofertas de 2×1 en el kilo de arroz; de 50% de descuento en el kilo de huevo o 2×1 y medio en la carne de res, puerco o pollo. Nadie ofrece descuentos sustanciales en abarrotes, ropa u otros productos más necesarios. Lo que venden a cuestionables precios reducidos es fantasía y sueños que jamás se podrán alcanzar por la prole o refrigeradores que serán imposibles de llenar.

MANCHÓN PENAL

…Y luego hay quien compra una tele de 40 pulgadas para meterla a su casita de tres por tres metros a la que, por cierto, ni siquiera llega el Telecable… por lo que lo volverán a engañar con el Teletón en unos pocos días más, o le venderán Presidente a la vuelta de un sexenio. ¡Qué más da!