Por Edel García
A veces cuando tengo dudas sobre nuestra realidad y en lo que nos hemos convertido, lo que se me ocurre es buscar en la historia pues ahí están los retazos olvidados. Hay un viejo refrán que dice que el que no conoce la historia tiene el riesgo de repetirla. Para no promulgar erróneamente un lema de “Cambiaremos la historia, no la repetiremos” es mejor saber del pasado porque entonces no se repetirá la historia sino que se hará peor.
Parte de los enredos de la semana se han visto en menos de un mes cuando ya se oyen voces de despido para dos encargados de apartados del gobierno. Uno de ellos es la Dirección de Cultura. Al ser entrevistado el Presidente de la Asociación Internacional de Ciudades Hermanas A.C recordó un recadito importante a tener en cuenta: la cultura vallartense no se importa, se exporta. Es que hay buenas bases cuando se tiene un acervo cultural bibliográfico en instituciones y personas, excelentes pintores, buenos escritores y una comunidad artística notoria.
El Director de Cultura Sergio Zepeda debió saber que los años no pasan por gusto cuando se construye y que hay varios personajes intocables que con independencia de partidismos y administraciones se han merecido un lugar en la nómina. Esas cargas no son pesadas y se llevan con orgullo. Por eso no se exponen a burlas de despidos, ya que pueden pasar de víctimas de hospital a héroes reconocidos. Tal es el caso del profesor Fabián o de Enrique Barrios, pero qué esperar de Ireri Topete, Mario Cibrián y Néstor Villaseñor con 20 años de labor.
El edil plebeyo electo debe vaciar algunas cosas de su “mochila” a la hora de colocar personas por afiliaciones convenientes. ¿Hay culto al alma en las amenazas de influencia? ¿Habrá cultura en el hurto de dinero de los talleres para asuntillos personales de comida y gasolina? ¿Existe cultivación en meter gente de Guadalajara a enrarecer el medio por compromisos pendientes? Tal vez en esconderse de la prensa cuando te piden cuentas de tus malas acciones.
Hay que recordar que ser jefe no es lo mismo que ser líder. El liderazgo se gana mostrando por qué alguien vale en lo que hace, dice o piensa. El jefe no tiene que ganarse algo, solo tiene una influencia que a priori está dada, solo tiene que esperar ser obedecido. De esta forma, el jefe tiene una autoridad cuestionable, mientras que el líder tiene una autoridad aprobada por los suyos. Razones de sobra para dudar entonces de la legitimidad en las funciones; máxime cuando se enredan en un mar de parentescos con el actual diputado local electo por el Movimiento Ciudadano, y próximo coordinador de la bancada legislativa de ese partido político Clemente Castañeda.
Lo más interesante es que el primo Clemente alega en su defensa del Pianista-Director Sergio que los cargos se eligen por perfil y experiencia, se trate de quien se trate, sin importar jerarquías. Tal vez quiso decir que la familiaridad es una jerarquía, aunque se hable de cero influencias. Entonces sí entenderíamos por qué hay tanta incultura y maltrato en las responsabilidades de ese sector en el Municipio.
Lo que se necesita es que se cumpla con la promesa del Presidente Municipal de una reducción del 20% de los sueldos de los jefazos y sobretodo una reducción de los humos. Existe mucha tensión entre regidores y presidentes, tal vez mucha cultura de cabello y música. Sin embargo, lo que prima es una irónica incultura de gritos, malas maneras, celos y manejo de promesas por doquier.
Desde eventos (certámenes de belleza, festivales de cine, pastorelas) jurados por Humberto Gómez Arévalo hasta la negativa del uso del dinero de Cultura por su presidente enfocado en los negocios artísticos del malecón. Todo es un circo cultural muy horroroso para embellecer el sector turístico de la ciudad. Anhelamos arte, pero arte del alma, música y danza de la razón no del sinsentido actual. Tal vez así…no sea tan absurda la imagen administrativa que está ofreciendo el presente gobierno y aparezcan críticas sinceras en su página oficial.