El Papa Benedicto XVI advirtió hoy que existe “demasiada corrupción y avidez” en la política e instó a los responsables de las instituciones a poner el bien común por encima de sus intereses particulares.
El pontífice hizo estas declaraciones en un discurso pronunciado ante líderes sociales, embajadores y jefes religiosos en el Palacio presidencial de Cotonou, capital de Benín, en el segundo día de su visita apostólica a ese país de la costa occidental africana.
“En este momento existen demasiados escándalos e injusticias, demasiada corrupción y avidez, demasiado desprecio y demasiadas mentiras, demasiadas violencias que llevan a la miseria y a la muerte”, constató.
“Estos males afligen vuestro continente, pero de igual manera el resto del mundo. Cada pueblo quiere comprender las elecciones políticas y económicas que son realizadas en su nombre. Se da cuenta de la manipulación y su reacción es, a veces, violenta. Quiere participar del buen gobierno”, agregó.
Refiriéndose a la “primavera árabe”, el movimiento de liberación que se ha extendido a varias naciones africanas, dijo que numerosos pueblos expresaron su deseo de libertad, su necesidad de seguridad material y su voluntad de vivir armónicamente en la diversidad de las etnias y de las religiones.
Empero indicó que también han sido numerosos los conflictos generados por la ceguera del hombre, de su voluntad de poder y de los intereses político-económicos que excluyen la dignidad de las personas y de la naturaleza.
Según Joseph Ratzinger, la persona humana aspira a la libertad, quiere vivir dignamente, quiere buenas escuelas y alimentación, hospitales dignos.
Además de que reivindica un modo de gobernar limpio que no confunda el interés privado con el interés general y, sobre todo, quiere la paz y la justicia.
Reconoció que ningún régimen político humano es ideal y ninguna decisión económica es neutra, pero insistió en que estas realidades deben servir al bien común.
“Nos encontramos ante una reivindicación legítima que corresponde a todos los países, por una mayor dignidad, y sobre todo una mayor humanidad”, aseguró.
“El hombre quiere que su humanidad sea respetada y promovida. Los responsables políticos y económicos de los países se encuentran frente a decisiones determinantes y a elecciones que no pueden ya evitar”, apuntó.
Benedicto XVI calificó a África como el “continente de la esperanza” y precisó que, al hacerlo, no pretende caer en una retórica fácil sino expresar una convicción personal, que es también de la Iglesia.
Reconoció que normalmente, cuando se habla de esa región, las personas se quedan en prejuicios o en imágenes que dan de la realidad africana una visión negativa, fruto de un análisis pesimista.
Siempre se ha intentado subrayar aquello que está mal, aún más, es fácil asumir el tono sentencioso del moralizador o del experto, que impone sus conclusiones y propone, a final de cuentas, pocas soluciones apropiadas, dijo.
“Se ha intentado analizar las realidades africanas a la manera de un antropólogo curioso o como quien no ve en ellas más que una enorme reserva energética, mineral, agrícola y humana fácilmente explotable por intereses, a menudo, poco nobles”, sostuvo.
“Estas son visiones reductivas e irrespetuosas, que llevan a una cosificación poco digna de África y de sus habitantes”, ponderó.
Agencias