Barack Obama se embarcará en lo que puede ser una peliaguda relación presidencial con Vladimir Putin este lunes, en momentos en que un creciente antagonismo, especialmente en torno a Siria, redefine las relaciones entre Washington y Moscú.
Ambos se encontrarán cara a cara con Putin por primera vez desde el regreso del ex agente del KGB al Kremlin, en un encuentro delicado y rodeado de expectación antes de la cumbre del G20 en la ciudad mexicana de Los Cabos (noroeste).
El líder estadounidense encara la redefinición de las relaciones con Rusia, que fueron potenciadas durante la presidencia de Dimitri Medvedev a raíz de la firma del tratado de armas nucleares START y de la cooperación en torno a Irán y Afganistán.
Pero las tensiones por el conflicto sirio, la espinosa postura de Putin y las turbulencias políticas tanto en Moscú como en Washington parecen estar llevando la relación entre los dos antiguos rivales de la Guerra Fría a un enfrentamiento abierto.
Por lo tanto, la reunión de este lunes es más una oportunidad para abortar una seria ruptura que para buscar importantes avances.
Matthew Rojansky, de la Dotación Carnegie para la Paz Internacional, afirmó que Putin y Obama deberían llevar a cabo un “control de daños” y establecer un entendimiento para que las tensiones no lleguen a salirse de cauce.
Obama, que prepara una dura lucha por su reelección, Obama tiene poco espacio para maniobrar.
El mandatario estadounidense fue notoriamente sorprendido por un micrófono abierto en Seúl en marzo pasado pidiendo a Medvedev que le dijera a Putin que fuera más flexible respecto al sistema de misiles defensivo, al que Moscú se opone encarnizadamente, después de las elecciones de noviembre.
Además, necesita proteger su flanco político: su rival republicano, Mitt Romney, ha calificado a Rusia de amenaza geopolítica.
“La redefinición de la política respecto a Rusia del presidente Obama ha fracasado claramente”, proclamó Romney la semana pasada.
“Rusia ha armado y protegido abiertamente al régimen criminal de Siria, frustrado las sanciones internacionales contra Irán y se ha opuesto a los intentos estadounidenses en una amplia serie de cuestiones”, añadió.
Washington todavía espera que Moscú eventualmente ayude a aliviar la crisis en Siria, aunque se le está agotando la paciencia por la negativa rusa a permitir que el Consejo de Seguridad de la ONU provoque la caída de Bashar al Asad.
Cuando Obama se encuentre con Putin puede que sienta cierta nostalgia de la amistosa cumbre y el almuerzo con hamburguesas que compartiera con Medvedev.
Pero algunos funcionarios estadounidenses todavía insisten en que la “redefinición” de las relaciones está basada en los intereses, y no en las personalidades.
También argumentan que Putin, como el auténtico poder detrás de su predecesor, dio por concluidos algunos aspectos clave de las relaciones ruso-estadounidenses.
Putin, que cuida celosamente el estatus de gran potencia de Rusia, no esconde sus sospechas hacia Estados Unidos, al que acusa de haber organizado las protestas contra el gobierno en Moscú el año pasado.
Por lo tanto, el tono de las interacciones de ambos mandatarios ante la prensa el lunes será observado atentamente.
El presidente de EEUU, Barack Obama, es recibido en 2009 en Moscú por el entonces primer ministro ruso Vladimir Putin. Ambos se reunirán nuevamente en Los Cabos, México, con Putin como presidente de Rusia.
AFP