El saneamiento de las prácticas del sector financiero, fueron el punto central de los primeros G20, un terreno sobre el que este foro todavía tiene camino por recorrer, como mostraron las recientes pérdidas millonarias del gigante JPMorgan Chase.
Este grupo de países ricos y emergentes lanza habitualmente en cada uno de sus encuentros, llamados a mejorar la vigilancia contra los excesos en el mundo de las finanzas. Y la reunión en el balneario mexicano de Los Cabos no debería escapar de esa tónica.
El tema sigue en el tapete, entre las pérdidas por operaciones de cobertura para limitar riesgos anunciadas el mes pasado por JPMorgan por al menos 2.000 millones de dólares, y los problemas acuciantes de los bancos españoles, muy expuestos por créditos peligrosos en el sector inmobiliario.
El caso de JPMorgan es una perfecta ilustración de cuánto falta por avanzar a la regulación internacional de las finanzas para controlar realmente el sector: un banco estadounidense tomó posiciones arriesgadas en un mercado de derivados poco transparente, en operaciones llevadas a cabo desde Londres. De estas posiciones, los reguladores estadounidenses se desayunaron leyendo The Wall Street Journal.
Pero la transparencia en los productos derivados no es para muy pronto. La Unión Europea, que pretende hacer punta en esta cuestión, informó a finales de mayo de que no cumplirá su promesa de hacer obligatorio al 1 de enero el pasaje de transacciones en productos derivados por una cámara compensadora. Y Estados Unidos, progresa muy lentamente sobre el tema.
La presidencia mexicana del G20 no hizo de la regulación financiera una de sus prioridades.
Por otra parte, tras las declaraciones de las cumbres, el seguimiento es más problemático. El Comité de Basilea sobre el control bancario se mostró preocupado en un informe publicado a una semana de la cumbre de Los Cabos.
“El Comité de Basilea exhorta a los dirigentes del G20 a llamar a los diferentes países a cumplir sus compromisos adoptados (en noviembre durante una cumbre) en Cannes, de poner en práctica Basilea III íntegramente y de forma coherente, así como en conformidad con el calendario convenido”, agregó.
Basilea III es un acuerdo de 2010 para reforzar los fondos propios de bancos, pieza fundamental para evitar futuras crisis financieras.
Sin embargo, una parte nada menor del G20 está en plena crisis financiera, comenzando por Europa, que ahora se enfoca en España -que no integra el G20 pero participa como invitado-, tras los rescates a Grecia, Portugal e Irlanda.
El sector financiero pide concentrarse en la resolución de la crisis en curso y no tanto en la prevención de debacles futuras. Y, por lo tanto, quieren frenar la aplicación del acuerdo de Basilea III, que llevaría a los bancos a deshacerse de algunas actividades.
“El desendeudamiento, en muchas instituciones financieras europeas y en la economía europea en general, fue demasiado lejos”, justificó a inicios de mes el director general del Instituto Internacional de Finanzas (IIF), que representa a los grandes bancos del mundo, Charles Dallara.
AFP