“Estamos buscando inversores en todo mundo para conseguir los diez o quince millones de euros más que necesitamos para lanzar la versión comercial del coche volador, lo que esperamos pueda ocurrir en 2014”, indicó a Efe Robert Dingemanse, uno de los cofundadores de la firma.
El directivo se mostró “orgulloso de haber demostrado que se puede hacer un coche volador”, un vehículo que tras un período de prueba ha realizado esta semana un exitoso vuelo inaugural con el que ha cerrado la fase experimental de la iniciativa y ha abierto la preparatoria de salida al mercado.
En esta fase inicial la empresa ha contado con un presupuesto de 8,5 millones de euros, 6 de ellos aportados por el sector privado y 2,5 de las arcas públicas, provenientes de los presupuestos de tres ministerios.
El automóvil personal de aire y tierra (PAL-V, en sus siglas en inglés) funciona como un deportivo en tierra, capaz de alcanzar los 180 kilómetros por hora y con un diseño peculiar y aerodinámico de tres ruedas que “combina la comodidad de un coche con la agilidad de una motocicleta”.
En el aire vuela como un girocóptero gracias al movimiento generado por aspas situadas en la parte superior y al empuje de una hélice posterior, que es plegable.
La velocidad máxima en el aire es también de 180 kilómetros por hora, y la autonomía de vuelo es de entre 350 y 500 kilómetros.
“El proyecto empezó gracias al apoyo económico y de tiempo de nuestro socio John Bakker, con el que pensamos que había que cambiar cosas en la forma de volar para poder desplazarse de puerta a puerta”, explicó Dingemanse.
Para poner en práctica la iniciativa se ha contado con profesionales de alto nivel ligados al Laboratorio Aeroespacial Holandés y la Universidad de Delft, que fueron quienes se encargaron de desarrollar la tecnología.
Tras esa primera idea, surgida en 2003, la firma planea ahora poder lanzar en 2014 los 30 primeros modelos al mercado e ir aumentado las tiradas en el primer año hasta cien unidades.”
“En un primer momento pensamos como posibles clientes en ciudadanos privados, pero también en profesionales como policías, el sector médico o empresas de transportes”, indicó el directivo.
Para poder conducir el PAL-V no se necesitan infraestructuras especiales, cumple con las regulaciones existentes en los principales mercados, y no requiere otro combustible diferente del de la gasolina.
Quienes quieran manejarlo deberán sacarse no solamente el permiso de conducir sino también una licencia privada de vuelo, aunque lo más complicado de todo podría ser el precio, ya que los entre 250.000 y 500.000 euros que se estima sería el coste no están al alcance de cualquier bolsillo.
EFE