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Reloj de Arena por Zul de La Cueva

Cuando los partidos pierden el monopolio

jueves, 29 de marzo del 2012

 

 

Por Zul de la Cueva
Twitter: @Zulanito

Lo que estamos viendo cuando Ramón Guerreo, el diputado panista por el distrito 5, da un giro de timón y se lanza como candidato para la Presidencia Municipal de Puerto Vallarta por la corriente de Enrique Alfaro, es una pequeña probadita de lo que pasará cuando por fin (si es que algún día) se rompa el monopolio de los partidos sobre el derecho a ser votado.

Estoy hablando del panorama que se verá cuando se abra la puerta a las candidaturas ciudadanas y de cómo estas afectarán a la partidocracia.

En el panorama actual la Alianza Ciudadana de Enrique Alfaro no es un partido político y los dos partidos que lo abanderan, Alianza Ciudadana y el PT no tienen registro en Jalisco. Es decir que al separarse del PRD el grupo de Alfaro se lanzó, prácticamente a una candidatura sin partido y sin dinero del erario, como serían las ciudadanas.

¿Porqué entonces un panista conocido y reconocido en Vallarta como Ramón Guerrero rompería filas con su partido para irse a un lugar donde, de acuerdo con los rancios paradigmas partidistas, no hay nada? Primero porque puede.

Si sólo hubiera estructuras partidistas amafiadas, dedicadas a conservar el poder por el poder y en complicidad entre ellas, Ramón Guerrero hubiera tenido que rumiar su mala fortuna sin poder contender, lo que le quita derechos a Ramón Guerrero al no poder ser votado y al pueblo al no tener derecho de votar por quien mejor le parezca.

Es decir, de facto vivimos en una falsa democracia secuestrada por instituciones mañosas que son las únicas que cuentan con el derecho de inscribir ciudadanos en las boletas. ¿Porqué? Por que de esta manera garantizan que sea uno de los suyos, independientemente del color, el que llegue al poder y respete los anteriores acuerdos y no persiga a los ladrones que se retiran con el dinero del erario después de tres años de rapacidad ilimitada.

En un sistema así, en un esquema así, no hay espacio ni cabida para la disidencia. Por eso no se ha aprobado la reforma política, por eso no hay espacio para candidaturas independientes (todos tenemos derecho a ser votados), revocación de mandato (el pueblo tiene el derecho a cambiar su forma de gobierno cuando quiera) y modelos de democracia participativa que permitan al pueblo tener ingerencia en las decisiones más allá de las urnas.

El trabajo de Alianza Ciudadana y de Enrique Alfaro ya está abriendo camino a otros modelos democráticos, está rompiendo de entrada la partidocracia y el secuestro de nuestras instituciones. Y ni crea que esto es la panacea, de ninguna manera. La democracia solo resuelve el problema de la democracia. Al tener libertad de elección los problemas no se acaban, sólo comienzan a resolverse.

Ramón Guerrero tuvo libertad de elección. Tuvo una opción para ejercer su derecho a no estar de acuerdo y participar en los comicios. Esto modifica de manera inmediata la realidad política de Puerto Vallarta. Ahora el PAN y el PRI no pueden tomar decisiones cupulares y llegar a acuerdos en lo oscurito. Bueno, pudieron y lo hicieron pero esto ahora bien podría costarles Puerto Vallarta.

En alguno de sus discursos Enrique Alfaro señaló que “lo peor que le puede pasar a la política es que no le pase nada”. Pues ahora le pasó algo a la política en Puerto Vallarta y el reacomodo de fuerzas sólo puede beneficiar al pueblo, como la libre competencia entre distintas marcas, al acabarse los monopolios, beneficia al consumidor.

Ramón Guerrero se suma al discurso de los “hombres y mujeres libres que quieren cambiar la historia, no repetirla”.

Este discurso tiene implicaciones más allá de las boletas, porque los hombres y mujeres libres, es decir nosotros, tendremos que exigirle a nuestras autoridades que cumplan lo que prometen y que no nos vendan un cambio como el que no cambió nada, porque gobierno del cambio desde las instituciones ya tuvimos. Vamos a ver como nos va cuando el cambio lo prometen las personas. Total a los otros gobiernos ya los conocemos.

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