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El México de los años 30, visto por Cartier Bresson y Paul Strand, en París

martes, 10 de enero del 2012

La visión inmediata de la realidad captada por la Leica del francés Henri Cartier-Bresson y la preparación minuciosa de la imagen del estadounidense Paul Strand coincidieron en los años 30 en un convulso México, del que salieron decenas de fotografías de las que una muestra puede verse ahora en París.

Entre 1932 y 1934 los dos fotógrafos inmortalizaron con sus particulares formas de trabajar un país en plena ebullición, receptor de todas las vanguardias que contrastaron con sus arraigadas tradiciones.

“Esta exposición muestra un encuentro de dos miradas cruzadas que sucede a inicios de la década de los 30 en un México postrevolucionario, dos fotógrafos con un ideario social y político muy intenso en un país al que acude una gran cantidad de intelectuales y artistas de muchos lugares del mundo”, dijo a Efe el director de asuntos visuales de la Fundación Televisa, Mauricio Maillé, que colabora en la muestra.

La Fundación Henri Cartier-Bresson de la capital francesa recoge un centenar de imágenes tomadas por ambos artistas en ese momento, que pueden verse a partir de mañana y hasta el 22 de abril próximo.

Maillé destacó la importancia de que el país acogiera a dos de los grandes de la fotografía del siglo XX en un mismo momento, una época en la que México recibía a exiliados de diferentes países de Europa, lo que le permitió descubrir las vanguardias artísticas del Viejo Continente.

Strand acudió por invitación del Ministerio de Educación mexicano para elaborar un documental y fue desde el primer instante consciente de la realidad del país.

Cartier-Bresson, que no era más que un veinteañero, llegó para participar en una expedición etnográfica que nunca se hizo, pero quedó cautivado por México y, para quedarse, decidió dedicarse al cine, lo que le permitió entrar en contacto con Strand, aunque éste ya había regresado para entonces a Nueva York.

En México no se cruzaron, pero compartieron “la práctica social de la fotografía y un compromiso humanista”, según Maillé.

A partir de esas coincidencias, cada uno aplicó su visión de la fotografía, concebida como la búsqueda del instante por el francés y como la persecución del alma de las cosas por parte del estadounidense, según la comisaria de la muestra y directora de la Fundación, Agnès Sire.

“Cartier se definía como un mosquito que hacía la foto como un impulso, estaba muy cerca de la gente. Strand tenía que reflexionar mucho tiempo antes de tomarla. El uno iba con una pequeña cámara que le permitía moverse mucho, el otro con un equipo muy grande que le obligaba a ser más inmóvil”, declaró.

“Esa diferencia se aprecia muy bien en esta muestra y el contraste es uno de los intereses para el público”, intervino Maillé.

Esos dos talentos tan diferentes concurrieron en un mismo país y en un mismo momento y ambos entendieron su importancia: “Comprendieron que era un momento político en el que el compromiso era muy importante”, señaló Sire.

Y los dos, según la comisaria, pusieron su arte al servicio de ese objetivo, de plasmar la realidad social de un país en plena convulsión, a través de sus diferentes métodos, de la reflexión de la fotografía por parte de Strand y de la inmediatez del disparo fotográfico en el de Cartier-Bresson.

Para Sire, las fotografías de Cartier-Bresson están teñidas ya por el surrealismo, una vanguardia que tardaría en cuajar todavía unos años pero de la que el francés fue precursor.

“México invitaba a esa mirada surrealista”, señaló la comisaria de la muestra.

Luis Miguel Pascual
(Agencia EFE)

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