El Gobierno mexicano anunció hoy que Saadi Gadafi, uno de los hijos del depuesto líder libio Muamar el Gadafi, pretendía establecerse con identidad falsa en México con el apoyo de una red criminal internacional que lo iba a sacar de Níger, donde está exiliado.
Los servicios de inteligencia mexicanos detuvieron en noviembre a cuatro personas, dos mexicanos, una canadiense y un danés, que al parecer tenían todo preparado para que Saadi Gadafi, de 38 años, y su familia se instalaran en una vivienda en Bahía de Banderas, en el estado de Nayarit.
Esa zona de playa en el Pacífico mexicano, donde se encuentra Puerto Vallarta, es uno de los mayores centros turísticos del país, y ahí se ubican decenas de hoteles y lujosas viviendas privadas, la mayoría residencias vacacionales propiedad de mexicanos, canadienses y estadounidenses.
Saadi Gadafi fue comandante de las Fuerzas Especiales libias y es conocido por su afición al fútbol. Fue futbolista profesional, pero sólo disputó dos partidos en la Liga italiana donde se enfrentó a una sanción por dopaje.
Está acusado de ser el instigador del asesinato de un conocido futbolista libio de la década de los ochenta, y en septiembre pasado logró cruzar la frontera y exiliarse en Níger.
Los servicios secretos mexicanos le seguían la pista a la banda internacional desde el 6 de septiembre y lograron descubrir que Saadi Gadafi y su familia tenían preparadas ya identidades mexicanas falsas con los nombres de Daniel Béjar Hanan, Amira Sayed Nader, Moah Béjar Sayed y Sofía Béjar Sayed, según las autoridades.
El plan incluía la adquisición de propiedades en distintos lugares de México para esconder a “Daniel Béjar Hanan” si fuera necesario.
La organización criminal fletó varios vuelos privados entre México, EE.UU., Canadá, Kosovo y diversos países de Oriente Medio para coordinar la ruta y preparar la logística del traslado, relataron hoy las autoridades.
El pasado 29 de septiembre Interpol emitió una orden de detención contra Saadi a petición del Consejo Nacional de Transición (CNT) de Libia, que le acusa de apropiación indebida de propiedades por medio de la fuerza e intimidación armada cuando era responsable de la Federación Libia de Fútbol.
El secretario de Gobernación (Interior) de México, Alejandro Poiré, dijo hoy que los investigadores mexicanos pusieron en marcha la operación “Huésped” y que, una vez reunidas las pruebas, arrestaron a cuatro integrantes de la banda que permanecen detenidos provisionalmente.
La red está acusada de falsificación de documentos oficiales, tráfico ilícito de personas, apertura de cuentas bancarias con documentos falsos y delincuencia organizada.
Los detenidos fueron identificados como la canadiense Cynthia Ann Vanier, supuesto contacto de Gadafi, líder del grupo y encargada de las finanzas de la organización; y Gabriela Dávila Huerta (o Dávila del Cueto), una mexicana residente en EE.UU. que presuntamente sirvió como “enlace logístico” y contactó con los falsificadores de documentos, según el Gobierno.
Los otros arrestados son el danés Pierre Christian Flensborg, supuesto encargado de la logística, y el mexicano José Luis Kennedy Prieto, que se encargó al parecer de conseguir la documentación falsa.
A juicio de Jorge Chabat, académico del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y experto en seguridad nacional, la red pudo considerar a México un buen destino para el hijo de Gadafi debido a la “historia de corrupción de las autoridades mexicanas” y a que el país ha sido durante décadas “paso de migrantes ilegales”.
Además, en declaraciones a Efe, recordó que México tiene una nutrida comunidad libanesa, y que incluso el último Sah de Persia, Mohamed Reza Pahlevi, radicó temporalmente en el país.
Para Chabat, “es extraño” que Gadafi no eligiera un país “aliado de Libia” como “Venezuela, Cuba o Nicaragua”, y consideró un “error de cálculo grave” de los supuestos criminales haber ido a México, donde EE.UU. mantiene un mayor control migratorio en el marco de su lucha contra el terrorismo.
Mauricio Meschoulam, analista del Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Iberoamericana, manifestó, por su parte, que la tardanza del Gobierno mexicano en anunciar la detención de la red “responde a una estrategia de imagen”.
En su opinión, el Ejecutivo quiso proyectar la imagen de que México no representa un riesgo ni es elegido como base de operaciones o escondite para criminales, sino que tiene la fuerza “para detectar y detener este tipo de operaciones”.
EFE