No es ni el mítico Drácula ni el atractivo Edward de la saga “Crepúsculo”, pero un joven turco ha sido diagnosticado con un desorden de “vampirismo” del que ha sido tratado con éxito por parte de un equipo de psiquiatras.
“No es la primera persona con un comportamiento de consumo de sangre de la que se tiene noticia en la literatura, pero es el primero con un trastorno de identidad disociativo y comportamiento de consumo de sangre”, explicó hoy a Efe Direnc Sakarya, uno de los doctores que ha tratado este sorprendente caso.
La historia de este joven de 23 años ha llegado a los medios turcos con titulares como “El primer vampiro turco” o “Tres sucesos sangrientos lo convirtieron en vampiro”.
Sakarya criticó el tratamiento sensacionalista de un caso que él, junto a tres colegas psiquiatras, hizo público el pasado agosto en el artículo “‘Vampirismo’ en un caso de trastorno de identidad disociativo y trastorno por estrés postraumático” publicado por la revista Journal of Psychotherapy and Psychosomatics.
El especialista explicó que cuando fue diagnosticado en 2011, el joven reconoció que desde hacía dos años era aficionado a beber sangre.
Entre los trastornos detectados se contaban una depresión crónica y problemas con el alcohol.
“Era un hombre casado de 23 años. Vino con un historial de cortes con una cuchilla de afeitar en sus propios brazos, pecho y estómago para dejar caer la sangre en un vaso y beberla. Cuando experimentaba una compulsión por beber sangre ‘tan urgente como respirar’ hay constancia de que acudía a otras fuentes”, contó Sakarya.
“Disfrutaba del olor y el sabor de la sangre pese a considerarlo una tontería”, se relata en el artículo científico.
De hecho, el “vampiro” había sido arrestado varias veces por haber pinchado o mordido a otras personas para beber su sangre. Incluso llegó a mandar a su padre a buscar bolsas a bancos de sangre.
Sakarya, parte del equipó que atendió al paciente en el Hospital Militar de Denizli, insistió en que no se comportaba así para dañar a nadie y explicó que su enfermedad proviene de “algunos acontecimientos traumáticos del pasado” y lo describió como un “joven con muchos problemas”.
El doctor Sakarya relató que el paciente sufrió episodios traumáticos en su vida, como la muerte de su hija de cuatro meses, y ser testigo del asesinato de su tío y de otra muerte violenta.
El tratamiento durante cinco semanas, con entrevistas de apoyo y medicación, logró que remitiera el hábito de consumir sangre, aunque los trastornos disociativos se mantienen.
“El paciente se ha beneficiado de nuestro tratamiento en aquel momento. Su hábito de beber sangre no era una adicción, era el resultado de problemas sicológicos que yacían en el fondo. Nos centramos en ese trastorno básico y la conducta de beber sangre terminó”, aclaró el experto.
EFE