Opinión por Hugo Lynn Almada
¿Cuántos son muchos? ¿Cuántos son pocos? ¿Se necesitan muchos o se necesitan pocos? La lógica de los partidos políticos parece ir en concordancia con estos cuestionamientos. En algún tiempo, en este País todos eran priistas. Sindicatos, asociaciones, incluso clubes y empresas demandaban que las personas se afiliaran al Partido Revolucionario Institucional. Ni se diga los empleados de gobierno; desde el nivel más bajo, hasta el más alto debían estar en el padrón de miembros del PRI.
Actualmente, el PRD asegura tener unos 7 millones de militantes, de acuerdo a un informe entregado al IFE en el año 2011. En el pasado proceso electoral federal ese partido logró obtener (coaligado) algo más de 15 millones de votos, lo que significa que cada uno de sus miembros pudo conquistar apenas poco más de un voto de ciudadanos no perredistas.
En el PRI la situación no es muy distinta, pues, aunque no hay información oficial que confirme el número de miembros activos de ese partido, hay estimaciones que ubican las cifras en los 15 millones de militantes registrados en el padrón. En la elección pasada el PRI conquistó cerca de 19 millones de votos, lo que haría pensar que aparte de su voto duro, un número limitado de ciudadanos eligió esa opción.
El PAN llegó a la elección federal del 2012 con algo así como 1.5 millones de miembros, la mayor parte de ellos adherentes. Ese partido logró llevar a las urnas en las pasadas elecciones cerca de 12.5 millones de votos. Esto quiere decir que los panistas fueron más eficientes en la conquista del voto ciudadano independiente, pues cada uno de sus miembros logró convencer, en promedio a 11 personas.
Esas son estadísticas que resultan demoledoras, pero no son ser reales.
El ejemplo lo acaba de poner el PAN; en su proceso de reafiliación, aún a pesar de sus bemoles, logró depurar su padrón para quedar finalmente en unos 350 mil miembros entre activos y adherentes. Si a esta cifra le empatamos el resultado electoral de julio pasado tendremos que cada panista logró unos 35 ó 36 votos de ciudadanos sin militancia política.
Lo que está sucediendo en los partidos es que han privilegiado lo cuantitativo y descuidando lo cualitativo. No es relevante cuantos miembros tiene un instituto político, sino cuan eficiente resulta ser su rendimiento electoral por militante.
Está claro que hoy el PRD no tiene esos 7 millones de miembros, y el PRI tampoco los 15 que se presumen. Lo que sí tienen son padrones inflados a fuerza de garantizar subsidios oficiales y control interno.
El PAN se había llenado de militantes por interés, llevados ahí por la fuerza centrífuga de la historia, que marcaba que, para conservar el empleo en el gobierno se debería de militar en el partido gobernante. Hoy ese partido para refundarse debe empezar de cero, el primer paso es sacudirse las cifras infladas; el segundo será redefinir sus vida interna y el tercero recobrar la confianza ciudadana.
El cuestionamiento no debería de ser ¿por qué el PAN perdió a sus militantes? Sino ¿Qué esperan los otros partidos para transparentar y depurar sus padrones?