La Justicia francesa dio hoy luz verde a la extradición de Manuel Antonio Noriega a Panamá, con lo que el exdictador podría volver en breve a su país, donde tiene pendientes tres condenas.
En una audiencia de trámite ante la sala de instrucción del Tribunal de Apelación de París, Noriega subrayó que se considera inocente a pesar de haber aceptado su entrega a Panamá por las dos demandas de extradición tramitadas ante la Justicia francesa y de haber admitido poder ser juzgado por posibles nuevas causas.
“Mi propósito es regresar a Panamá y demostrar mi inocencia” en nuevos procesos que examinen de nuevo las tres condenas a 20 años cada una que se dictaron en su ausencia y “sin asistencia jurídica”, declaró ante el tribunal.
Su abogado, Olivier Metzner, añadió más tarde ante la prensa que aunque esas condenas hayan sido ratificadas, no las considera definitivas y mostró su confianza en que Noriega, de 77 años pueda lograr unas condiciones de detención favorables, al recordar que “lleva 22 años en la cárcel, lo que para un hombre de su edad es un plazo enorme”.
Noriega, que entró en la sala por su propio pie aunque apoyándose donde podía y con una ostensible cojera, puso el acento en que según la Convención de Ginebra su vuelta a casa “es la repatriación de un prisionero de guerra” tras su captura por EEUU con la intervención militar de finales de 1989 y pidió “regresar a Panamá sin odios y sin rencores”.
En esa misma línea de preparar el terreno, se dirigió al presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, quien la semana pasada estuvo en visita oficial en París y dijo que si Noriega volvía a Panamá, iría a la cárcel.
Lo cierto es que los letrados del exdictador confían en que una vez allí se le puedan aplicar rápidamente las disposiciones que para personas de su edad prevén el canje de la cárcel por una suerte de arresto domiciliario.
Noriega no se cortó, en cualquier caso, a la hora de denunciar “el laberinto” de su procedimiento y se comparó, “salvando las distancias”, con el conocido caso Dreyfus del militar francés que fue condenado injustamente por traición en 1894 antes de ser rehabilitado doce años más tarde.
Terminó su discurso dirigiéndose a la presidenta del tribunal: “Dios la bendiga a usted, Dios bendiga a mi familia en Panamá, Dios bendiga a mis enemigos y Dios bendiga a Francia”, dijo.
Una vez finalizado el capítulo judicial en Francia, gracias al visto bueno de las autoridades estadounidenses para la segunda demanda de extradición la semana pasada, la entrega del antiguo hombre fuerte de Panamá necesita ahora la intervención del Gobierno francés con un decreto, que se podría adoptar en los próximas días.
En cuanto se les notifique oficialmente la extradición, las autoridades panameñas tienen un plazo máximo de 30 días para preparar el traslado, pero el cónsul panameño en París, Arístides Gómez de León, explicó que todo se hará en mucho menos tiempo.
Desde que salga de la prisión de La Santé de París, Noriega irá acompañado por agentes panameños que se encargarán, en particular, de su custodia durante el vuelo a Panamá, lo que probablemente se hará con un avión comercial, que en ese caso tendría que hacer una escala -en Madrid o en Amsterdam-, ya que no hay vuelos directos desde París.
El exdictador panameño llegó a Francia en abril de 2010 procedente de Estados Unidos, donde había estado 20 años detenido. La Justicia francesa lo condenó en julio del pasado año a siete años de cárcel por blanqueo de dinero del narcotráfico.
Desde entonces se han estado tramitando las dos demandas de extradición cursadas por Panamá, la primera por el asesinato en 1985 del opositor Hugo Spadafora y la segunda por el homicidio en octubre de 1989 del capitán Moisés Giroldi, que se había rebelado contra él.
Una tercera demanda, por el crimen de Heliodoro Portugal en 1970, también fue transmitida a la Cancillería francesa, pero no pasó ese filtro y no llegó a los tribunales, según Panamá porque de acuerdo con la legislación francesa se trata de hechos que han prescrito.