Entrevista hipotética

Por Hugo Lynn Almada

En su oficina, el ex regidor Guillermo Salcedo Contreras nos abre a regañadientes las puertas para recibirnos. Se trata del nuevo director de Servicios Públicos Municipales, por lo que sobre sus hombros pesan muchas de las más sentidas solicitudes ciudadanas: recolección de basura, alumbrado público y mantenimiento de áreas verdes entre muchas otras responsabilidades.

Me siento en la silla que se encuentra frente a su cómodo sillón en el amplio escritorio. En realidad no me invitó a hacerlo, pero aun así, me arrellano en el asiento, esperando algún saludo que nunca llega; apenas una mano que se estira y toma tímidamente la mía con la punta de los dedos y sin fuerza, de esa clase de saludos que echan de menos un apretón.

Trata de hacer una broma, y recuperar un poco de aquello que le caracterizaba: su tono dicharachero, su buen sentido del humor… pero cuando abre la boca de inmediato ahoga la primera sílaba en una especie de sonido gutural que se le atora en la garganta. Se apresura a tomar un vaso que llena de agua para apurarlo, parece que muere de sed. Se atraganta un poco y seca con la manga de la camisa un chorro que escapa entre la comisura de los labios y moja la rala barba del mentón.

Trato de ubicarlo en el espacio. Le pido que no esté nervioso. Bromeo con él diciéndole que “parece nuevo”, siendo que en realidad se trata de un servidor público experimentado. Asiente con timidez inaudita, menea un poco la cabeza y abre desproporcionalmente los párpados, dejando ver unos ojos que rehúyen mi presencia.

-Está bien –le digo comprensivo- trataré de ser gentil con mis preguntas. ¿Cómo encuentras la ciudad, los servicios, el parque vehicular en aseo público, el estado de las luminarias?

Se echa para atrás en el sillón reclinable, lo que hace que pierda el equilibrio. Trata de enderezarse echando las piernas para adelante, pero las espinillas se encuentran con el filo del escritorio. Automáticamente reacciona y trata de sobarse el área afectada, pero en el intento tira del escritorio papeles, bolígrafos y lapiceras. Se agacha bajo el escritorio a recoger lo que se ha caído, y al levantarse, otra vez, el filo del escritorio daña la mollera en un golpe sordo y macizo. De su boca no sale ni un quejido, ni siquiera resopla… pero los ojos rojos y cristalinos me indican que está viendo estrellitas. Me recuerda cualquier escena de El Gordo y El Flaco.

Decido que es hora de irme. Me despido sin pronunciar una sola palabra.

Pinche ley mordaza, hace que el funcionario mas avispado se vea muy mal.

MANCHÓN PENAL

Que Aristóteles va a nombrar a Chavita como Secretario de Finanzas. ¡Es como dejar la iglesia en manos de Lutero!