En una China inundada de iPhones falsos, DVDs piratas e imitaciones de carteras Louis Vuitton, un comerciante de arroz llevó las cosas a un nivel insospechado: inventó la existencia de un banco estadounidense y dijo que lo había comprado.
El empresario poco conocido Lin Chunping saltó a la fama en enero cuando los medios estatales informaron que había adquirido el Atlantic Bank de Delaware.
La adquisición sin precedentes le valió elogios: su pueblo natal le dio un cargo político de prestigio y la prensa estatal calificó su experiencia empresarial como “legendaria”, pero lo único que resultó legendario fue la audacia de Lin.
No adquirió el Atlantic Bank en Delaware por 60 millones de dólares como dijo, pues no existe ningún banco con ese nombre en el estado.
Los periodistas chinos no pudieron localizar un Atlantic Bank ni un registro de propiedad de un banco a nombre de Lin en Delaware. Lin fue arrestado por otro fraude no relacionado con el banco inexistente y se vio obligado a renunciar a su nombramiento como representante municipal del principal organismo asesor del gobierno, la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino.
No fue posible contactar a Lin, arrestado a principios de junio, para que declarara al respecto, pero el espectacular ascenso y caída del empresario de 41 años muestra cómo ha evolucionado la falsificación en China, transformándose de la simple manufactura de productos de imitación a la de instituciones completas y carreras.
El año pasado, las autoridades encontraron cinco tiendas Apple falsas en la ciudad sureña de Kunming. Los establecimientos fueron copiados a partir de las famosas tiendas de la compañía estadounidense hasta en sus mínimos detalles, entre ellos la escalera de caracol y las camisetas azules del personal.
AP