Un pueblo campesino del centro de México le ha declarado la guerra al hombre más rico del mundo, el mexicano Carlos Slim, para impedir que explote unos yacimientos de oro y plata por los riesgos medioambientales que representa.
Los yacimientos están en la montaña de La Espejera, en Tetela de Ocampo, una población enclavada en la sierra del estado de Puebla, donde la Minera Frisco, propiedad de Slim, obtuvo una concesión por 50 años para el aprovechamiento de los yacimientos minerales.
“Estamos dando guerra, pero si Slim quiere escucharnos, buscaremos su lado bueno para convencerle de que no afecte ni mate a mi comunidad”, dijo a Efe el presiente de la organización civil Tetela Hacia el Futuro, Germán Romero.
El proyecto se encuentra aún en la etapa de exploración, y la explotación sólo comenzará en diciembre próximo, cuando se complete la concesión de los permisos correspondientes del Gobierno federal y de las autoridades municipales.
Romero advirtió que la explotación de oro y plata en las 10.000 hectáreas de montaña que Frisco tiene en concesión causará la contaminación de los ríos superficiales que abastecen de agua a unos 40.000 habitantes de la región.
“No tenemos miedo a enfrentarnos a un señor que es tan pobre que lo único que tiene es dinero. Cometerán ecocidio y genocidio porque contaminarán con mercurio nuestros ríos de donde bebemos agua”, advirtió Romero.
El representante de la organización Puebla Verde, Sergio Mastretta, alertó que si Frisco obtiene los permisos para la explotación del cerro La Espejera se pone en riesgo la vida de los pobladores de 5 pueblos vecinos y la depredación del bosque.
El presidente municipal (alcalde) de Tetela, Marco Antonio Uribe, dijo a Efe que no negociará con Frisco la liberación de los permisos para el cambio de uso de suelo y una licencia para instalar la minera que hasta hoy actúa de forma ventajosa.
“Para nosotros no habrá precio que puedan pagar por traernos una desgracia a nuestro pueblo”, dijo Uribe, que gobierna la población de Tetela, donde unos 25.000 habitantes viven y cultivan manzana fina, durazno, chile y jitomate en invernaderos hidropónicos.
Para Héctor Lázaro, un hombre de unos 60 años que vive en Tetela de Ocampo, Frisco “es una empresa que se equivocó de lugar”. “No queremos ni su dinero, ni sus empleos”, añadió.
El Congreso de Puebla prepara un acuerdo para solicitar a las autoridades federales que investiguen si la Minera Frisco realiza trabajos de exploración en las montañas de Puebla de manera ventajosa, como acusan las autoridades locales, ciudadanos y organizaciones ciudadanas.
El diputado de la región Lauro Sánchez López declaró en días pasados que intentará frenar la explotación al considerar que es “inviable” por el impacto medioambiental en la zona.
“Llevar ahí un proyecto de esa naturaleza es terrible, es inviable, porque es una de las pocas zonas con biodiversidad íntegra”, afirmó el legislador del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en declaraciones al diario El Universal.
La minera llegó a la región hace tres años. En la etapa de exploración no es preciso que cuente con el manifiesto de impacto medioambiental, según fuentes de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, y sólo lo requerirá cuando empiece la explotación de los recursos.
“A nosotros no nos importa el oro, queremos el agua y vivir en paz”, afirmó Héctor Lázaro.
EFE