Antes de pensar en comprar esa tele gigante, ese refrigerador que no necesita porque el suyo está en perfecto estado y esa maravillosa cosa que no sabe que es pero que está tan rebajada que quién puede resistirse, le ruego que se informe porque El Buen Fin puede ser una patraña, un espejismo o una trampa para bobos.
Si usted navega por la Internet se enterará, por ejemplo de que el dominio web del programa impulsado por el gobierno desde 2011 está registrado a nombre de la televisora más grande del país.
En la parte inferior del sitio web se observa el mensaje: “El Buen Fin 2013 © Todos los derechos reservados. Av. Chapultepec #18, Col. Doctores, Deleg. Cuauhtémoc, México D.F. 06724”, que es la dirección de Televisa, según lo registró el portal de noticias de Carmen Aristegui.
Llama especialmente la atención que la televisora haya registrado el sitio un mes antes de que el programa viera la luz pública lo que sólo puede indicar que Televisa y el gobierno de Calderón trabajaron conjuntamente el proyecto o bien que el hijo del tigre tiene poderes para ver el futuro.
Si bien el dato resulta curioso no es una razón para llamar a El Buen Fin un fiasco. Si efectivamente impulsara el bienestar y el desarrollo económico mientras usted compra maravillas a precios de regalo, pues entonces no habría mayor cosa que pensar pero la realidad es otra y el peligro de las arenas movedizas de las deudas impagables con leoninos intereses de tarjetas de crédito es muy real.
Piense que la Profeco, por ejemplo, señala que empresas como Gamers Retail, Soriana, Sam´s Club, Suburbia, Sanborns y Volaris, en la edición 2012, aumentaron precios e incumplieron sus promociones, por lo cual están ahora en la “lista negra de El Buen Fin”. Sí así es, el programa tiene su lista negra de grandes corporativos mal portados con ofertas falsas. No todo lo que tiene 60% de descuento es oro.
Y si bien no quiero sonar conspiranóico y alarmista ni quiero llegar al extremo de decirle que hay un complot de las mafias del dinero y del poder para endrogarlo a usted hasta el milenio que vendrá, ni quiero aconsejarle en contra de buscar una oferta y disfrutarla; sí quisiera recomendarle que cuide su dinero, que compare precios y se asegure de que no le están inventando rebajas.
Por último quisiera decirle que mi idea de un buen fin tiene que ver con cosas distintas a la cacería de precios. A lo mejor usted puede invitar a viejas amistades a cocinar un buen filete, hacer una magnífica ensalada y disfrutar de un tinto maravilloso en oferta sin reventarse el bolsillo, saturar las tarjetas o pasar horas de fila en tiendas departamentales. Piénselo.