Por Edel García
Una mañana de inicio de semana sin un matutino alegre creo que no es una buena mañana. Pero cuando el sol arrebata las glorias de una ciudad que se levanta, solo queda mirar pasmado preguntando qué pasa, dónde estamos, quiénes somos, hacia dónde vamos. Preguntas que más que respuestas arrojan sentimientos encontrados y un mal sabor en el café.
Este lunes madrugaron al vehículo blindado del Director de Seguridad Pública del Municipio entre balazos y granadas. Su fin no era otro que atentar contra los buenos inicios, atentar contra lo nuevo a costa de los inocentes. Aunque no hubo muertos y sí varios heridos entre ellos dos niños, una mujer, un jóven y un escolta, el atentado llegó a la humanidad de la ciudad que es su confianza.
Todos los días esta nación se sume en las consecuencias de sus propias insuficiencias como país. Falta de buena educación, prioridades a los más desfavorecidos, opciones laborales, estímulos sociales, atención médica y la lista continúa. Lo que hemos visto hoy solo es la cola del animal, no su boca ni su cara, es el resultado de vindicar un matrimonio violento y horrendo entre política y corrupción.
No se sacaba el ojo de las noticias cuando Vallarta era revisada por toda la nación según Azteca Noticias. Un endeudamiento financiero, mal uso de los recursos y una indiferencia política secaron la ciudad por tres años pero dejaron lo peor que son sus hijos inseguros y molestos con una administración amarrada. De todos modos hechos opuestos es lo se necesita, una distancia de los primeros asientos, las luces y las cámaras.
Por otra parte el IMSS se vistió de luto y alma al recibir los damnificados por el atentado: niños de entre 9 y 7 años junto con una mujer. Aunque esta vez no estaban solos, un hombre pesado de una “Mochila al hombro” se dolió con ellos. Acudió al hospital con los familiares de los afectados para reiterarles el apoyo por parte de la administración. Amén de la promesa de que Puerto Vallarta no estaría secuestrada por actos como los sucedidos esa mañana.
¿Qué razón se le puede dar a apartar al turismo?, ¿Qué beneficio se genera matando el mismo ingreso del que se vive?, ¿Qué justicia positiva se gana arriesgando la salud y la integridad de los hijos?, ¿Qué se llama bueno dentro de la mala imagen al mundo, por dónde aplaudiremos la violencia contra el inocente?. El más perjudicado es el mismo sudor del día a día de los ciudadanos que lamentan un trabajo sin clientes ni personas asustadizas por la misma suerte.
Hay quienes sueñan con lo que oían de sus padres, acerca de un Puerto con una ciudad tranquila y amable con sus visitantes. Otros, duermen con el fastidio de ver situaciones extrañas, indeseables y ajenas, alguno gritará y lo alzará al cielo, quizás alguno lo apunte en sus crónicas de la nueva presidencia. Mientras todos corren la voz, cae la tarde lluviosa en Puerto Vallarta.